07 junio 2005

La ciudad invisible

En la ciudad invisible nadie sonríe. Y quien lo hace se arriesga a que sus vecinos le miren por encima del hombro. Todo empezó el día en que un huraño dictador les quitó la música. Desde entonces todo en mundo se siente como si les hubiesen mutilado el oído, aunque ya son más bien pocos los que recuerdan las melodías que recorrían las calles.
En la ciudad invisible los edificios rasgan el cielo. Antes lo rascaban, como en el resto de ciudades del mundo, pero se les instaló arriba del todo una aguja gigante que abre las nubes si se atreven a pasar demasiado bajas... Por eso desde entonces, el cielo se remanga las faldas cada vez que cubre este pedazo inexistente de mundo.
Allá, en la ciudad invisible no hay tranvía, ni metro, ni coches, ni nada. Sólo hay pies decalzos, ennegrecidos, siempre cubiertos de sangre porque el suelo está cubierto de cascotes de cristal. Aunque las gentes ya ni lo sienten, les parece algo normal eso de medir un poquito menos cada día.
En la ciudad invisible no existen los besos, porque a la gente se le ha olvidado amar. Este sitio, envidiado antes por la mismísima París, está lleno de autómatas solitarios, de seres quasi humanos que sólo caminan, mirando al suelo, sin conseguir recordar lo que son, sin conseguir soñar lo que les gustaría ser.
En la ciudad invisible ya no cantan los pájaros, desde que se cambiaron los árboles por chimeneas. La gente ya no ama, no sueña, no come, ni bebe, ni respira. No siente. Porque su deshumanización ha sido un cambio teñido de progreso, un cambio ideado por quien sólo buscaba vaciarles los bolsillos y, sobre todo, los cerebros.
En la ciudad invisible la gente no tiene alma.

7 Comments:

Blogger V said...

Recuerdo otro tipo de ciudades invisibles, aquellas que residirán siempre en el fondo de la conciencia, recordándote hasta tu último aliento que, por muchos lugares que recorras, siempre habrá un pedazo de tierra por conocer. Prefiero ver las ciudades invisibles como las vió Italo Calvino, porque las urbes deshumanizadas que describes son demasiado fáciles de ver, con su ostentosa mediocridad y su anhelo de llegar a ser algo que no merece la pena ser

07 junio, 2005 21:05  
Blogger Hakui said...

Un buen dia imagine la ciudad. La ciudad donde vivimos tu yo yo. La ciudad que nos vio crecer y ahora parece que desea nuestra muerte, desea matarnos. Imagine una ciudad roja y grande. Imagine puentes y ventanas, pero ni se podian cruzar los puentes, ni se abrian las ventanas. Imagine una ciudad extraña, invisible si quieres.

Un buen dia imagine la ciudad. La ciudad que habia en los sueños que conpartimos

08 junio, 2005 15:51  
Blogger Hakui said...

La ciudad invisible produce edificios con personalidad pero seres humanos sin ella

08 junio, 2005 15:54  
Blogger E said...

Cuando el viajero llegó a la ciudad, se echó a llorar como un niño. Cómo podía haber cambiado tanto desde que empezó a imaginarla... Así que dio media vuelta, espoleó a su caballo y se batió en retirada, huyendo de la Historia, del crecimiento económico, del humo de las fábricas, de los grandes almacenes, del ruido, del odio. ¿Conseguiría ser más rápido?

09 junio, 2005 16:40  
Blogger kay said...

La ciudad invisible lo es ante los ojos de los desencantados. El resto, no puede verla

10 junio, 2005 15:00  
Anonymous Anónimo said...

...y de pronto... los espejos cobraron vida, hartos de reflejar boliches sin expresión, poseídos por patas y brazos, que acababan en manos, sucias, putrefactas, sin vida, sin escrúpulos! Y surgió la revolución de los reflejos! Tomaron la radical decisión de "dibujar" miradas en cada par de ojos, y una sonrisa sutil justo debajo... qué susto se pegó el primer boliche que sintió por vez primera su mirada inquietante, quién era ese que le intimidaba de aquella manera, con qué derecho se burlaba así, de esa extraña manera de su alma? Menos mal que los espejos, astutos, hicieron parar delante de ellos a un boliche carismático, no "al uso" en cierta medida, que, tras reponerse, contó sin pudor a todos los demás lo que unos espejos sentientes le habían reflejado: un rostro! su rostro!. Lo mataron. Pero tranquilos, que con el tiempo se hizo famoso, le llamaron cariñosamente "Liche" e incluso...se hicieron camisetas con...¿su rostro?.

A veces reniego de mi especie...pero tranquilos, solo a veces!

11 junio, 2005 03:24  
Blogger Scarlett said...

Furiosos por existir empezaron a culparse unos a otros,las ciudades invisibles cada vez eran más y mayor era el número de habitantes en ellas...Más edificaciones,cada día más humanos sin alma se preguntaban quién les libraría de aquello y quién les metió en esa carcel, pero nunca sabrán,(porque no tienen ojos en el alma),que fueron ellos mismos los que las contruyeron...
Nunca dejeis de soñar,pues los sueños quitan un ladrillo en la ciudad...

14 junio, 2005 22:57  

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