09 agosto 2005

Sin pies

No sé hasta qué punto he llegado en la escala vampírica, porque aún soporto la luz del sol y la mera visión de la sangre me marea. Aunque me gusta saborearla salada y caliente. Llena de vida. Por eso ahora me pregunto por mi grado de existencialismo, porque me levanto cada mañana como si fuese una nueva, aunque ya la haya vivido. Pero yo soy tan Sartre como Jean Paul, aunque sin ojo a la birulé. Y sin ojos de gato, desde mi felina perspectiva. Al fin y al cabo son tan pardos como las hojas que cubren la avenida en otoño.
Envidioso de los grandes, aunque a su misma altura desde mi pedestal de sueños rotos, aplazados o por cumplir. Desconocidos, de todas formas. O más bien inconscientes. Subconscientes.
Abro con cada letra una nueva senda en mi imaginación, aunque no me decido a seguir ninguna, pues me parecen todas igual de buenas. Así que sigo caminando en círculo en este pequeño claro que he conseguido formar. Aunque no sé cómo. Un buen día amanecí aquí. Eso es todo.
Me vuelvo a tumbar en el prado. Pero sólo porque se oye la melodía de un piano. Como para rendirle homenaje. Eso es todo.
Y vuelve a llover. Ya hacía falta. Porque tenía las raíces tan secas que no las podía despegar del suelo. Todo, en definitiva, era un duelo. Con enemigo desconocido y tan profundo que sólo le veía cuando me miraba al espejo. Será porque todas las ataduras nacen del propio corazón del hombre. Porque la libertad no es un sueño, sino una realidad. Desconocida. O más bien inconsciente. Subconsciente.
A lo mejor el bosque es sólo un espejismo, cordaje producto de mi imaginación.
O más bien inconsciente.
Subconsciente.

7 Comments:

Blogger V said...

Abraza el espejismo. Esa es la única certeza, la de lo irreal.

09 agosto, 2005 01:28  
Blogger Jean Georges said...

El claro se extiende a los costados. Miramos y podemos perdernos entre árboles y pastos subdesarrollados. Un pie pide permiso al otro para transformar el camino en la rueda de una bicicleta, serpenteando hasta el horizonte que queda a la vuelta de la esquina. Entonces, girando como un trompo descabezado, agujereamos el piso y descendemos, perdiéndonos en mundos ajenos para los demás. Y no queremos salir. Que nos tapen con tierra y pongan geranios rojos. Ah, la puerta queda debajo de aquel ombú. Golpeen tres veces.

09 agosto, 2005 01:55  
Blogger Scarlett said...

Definitivamente,me declaro INCONSCIENTE...

09 agosto, 2005 15:13  
Blogger Fer said...

Un pie fuera del claro, y éste dejará de pertenecerte... La única opción entonces: caminar en círculos para generar uno nuevo...
Una alternativa: cerrar muy fuerte los ojos y jurar que aquello jamás ocurrió.

09 agosto, 2005 17:13  
Blogger la dirección del salmón said...

te gusta la filosofía verdad? al menos se te ve muy filósofo....

09 agosto, 2005 20:52  
Anonymous Anónimo said...

Cariño, sangras vida, das vida, y me alegra ver que un día me escuchaste (soy así de egocéntrica), y das más y más y más... y causas impresión a ojos que miran más que atentamente! Y sin más me voy, a intentar que bailen folios alrededor mía, que filosofen ellos y yo solo tenga que escuchar, y termine gritando...SÍ PUEDO! Y PUEDO MÁS Y MÁS Y MÁS! Algo ANORMAL, que DEBE CUMPLIRSE! Porque yo lo valgo, porque tu lo vales más!
Ánimo pejjjjjjcao!

09 agosto, 2005 23:38  
Blogger kay said...

de pequeña me contaron que un espejo roto son 10 años de mala suerte, así que supongo que si yo hubiera sido una niña lista hubiera huido de los espejismos, y sin embargo... me convertí en una crédula a ciegas de los empático. inconscientemente quizá, o como tabla de salvación en un mundo demasiado injusto. mi subconsciente me dice que si me quedo mirándote a desde el espejo del baño conseguiré borrarte del todo

28 agosto, 2005 18:50  

Publicar un comentario

<< Home