11 marzo 2009

Todo lo que es sólido


El segundero arrastra los pies hacia atrás
mientras las otras agujas buscan las horas
en una esfera de cristal muda, llena de gotas.
Un hombre de piel verde oliva
mira al reloj con los párpados fundidos
y mastica arena púrpura roída por los muertos.
(Tres ratones corrían,
reían
y rehuían
las trampas tendidas por el cazador ciego).
En la habitación flota el humo
de un fuego que lleva siglos apagado.
Pesa.
Es de acero.
Nuestro héroe de piel cetrina
se lleva a la boca un vaso de mercurio.
El gusto metálico baja por su garganta
y vuelve a subir para salir en una
bocanada
de humo.
Azul.
Todo lo que es sólido
se disuelve en el aire.